Tuesday, March 6, 2012

Manuel López, el arquero aquel


Una de las imágenes que con mayor fuerza ha cautivado  mi imaginación, es aquella robada a Margarite Yourcenar en uno de sus ensayos sobre la experiencia amatoria. Allí establece la escritora,  con simulado descuido, que los líquidos del amor son sangre, pero sangre blanca... dinamitada así toda referencia histórica y cognitiva, el resto de su texto iluminado regresa una y otra vez a su bautizo y habla de la "sangre blanca del amor",  como si tal cosa, con esa enorme capacidad para fundar que tienen los genios...
Anoche recibimos el libro de poemas Yo, el arquero (Editorial Velámenes, 2011) de Manuel A. López (Manny) y esta tarde, harta de lenguaje académico y cientos de ensayos que hablan de lo mismo y que serán siempre leídos por disciplina y nunca por pasión, me he invitado a este primer libro de López, con el temblor (debo confesar) con que se lee a los amigos. Miedo agigantado si ese amigo es además ducho en otras artes (digamos la de ser el promotor cultural más ambicioso y generoso que la ciudad de Miami nunca conoció). Pero allí me fui y con la manos mojadas de sangre blanca, he llegado hasta acá, para invitar a Manny (el primero de esta serie de reseñas que hoy inicio) a un paseo en la parrilla de mi bicicleta.
Los textos de esta entrega rezuman penitencia, urgencia de ser, deseo infinito de estar en un tiempo/espacio específicos: el del amante y la morada que aquel pareciera no proveer. Son versos sufrientes, puestos a prueba en el gozo secreto que regalan las canciones de amor, esas que cantamos para que sólo un destinatario las escuche. Desafinando o no, hacemos versiones infinitas, vamos alargando la sílaba que estremece más, cerramos los ojos si I (really) should lose you...  y es que toda la banda sonora de este  amor, todo el mundo de referencias paralingüísticas y paraliterarias de este libro son el libro mismo.
Manny López ha acertado en esa estrategia de extrañamiento que propone desde el título Yo-aquel, es el mismo juego con su desconocido que Rimbaud,  Freud  o Plauto  nos ayudaron a desempolvar, acaso a hacer muy útil: Je est un autre/ Eros y Tánatos/Homo homini lupus. Y es que justo en esa posibilidad de alejarse para verse encuentra al fin su ventana para escribirse. La resistencia a autoreconocerse como amante-poeta (bautizado y húmedo de sangre blanca) se traspasa en esta entrega. Textos como "Busco sonetos perdidos"; "He decidido perderme en poemas" o "Cada poema escrito" denuncian también ese ejercicio mayor de dualidades en el que primero se ha flagelado para luego dejarse estar, vencido al fin por la fiebre de la escritura.
Formalmente hablando (qué chistoso, cómo se puede ser formal desde la parrilla de una bicicleta ROJA!!!) y permitida la entrada a escena a la académica que recibe el sueldo para así hablar, lamento las imperfecciones de tipografía, la ausencia de acentos donde van, el descuido de los revisores. Para el poeta tengo la fe insistente de que vendrán otros libros, otros modos de permitir al otro que siente campamento en su alma y disponga otras flechas para que no muera el arquero, sólo él sabe de la magia blanca y húmeda que lo conducirá de regreso a su verdadera casa.

10 comments:

  1. Hermoso comentario sobre el texto de tu amigo poeta. Que viva la sangre blanca, sin descalificar a la roja... que como diría Adrienne Rich, es la marca del paso femenino por el mundo.

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  2. Gracias Mabel! que gran sorpresa!

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  3. Me encantó! Un abrazo fuerte para los dos!

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  4. Muy buena reseña, felicitaciones para usted y para el autor, un cordial saludo,

    Roger Rivero

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  5. Mabe,no se que pasó,ayer recibí en casa tu bicicleta roja y escribí en su manublio repingoleteantes palabras de amor y por arte de magia desaparecieron,de cualquier modo,aunque no las repetiré ,tendremos para ti siempre un pomito de agua fresca para cuando tu bicicletear nos traiga nuevas noticias,un abrazo.
    juan carlos valls

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  6. niño mio, son las repingoleteadas de la cibernetica... te abrazo largo y agradezco esa aguita que siempre sera de rosas...

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  7. Le puse este comentario a Mabel, pero no creo que se lo supe mandar. En todo caso, te lo pongo a ti: Felicitaciones a Mabel Cuesta por su inspirada reseña, que de un lado muestra su sensibilidad (y la del autor), y del otro tiene conceptualizaciones (yo-aquel) que dan peso al análisis. Como poeta Manny se lo merece. Matías Montes Huidobro

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