Tuesday, September 25, 2012

Del azúcar, su emplazamiento vikingo 

Esta entrega la comenzaré (muy a lo gringo) con una aclaración o renuncia: Nada de lo que aquí se diga tiene la intención de ofender, juzgar o mancillar la imagen del sujeto de análisis. Se trata por el contrario de unas reflexiones largamente contenidas y desnudas en su intento indagatorio. 

Para quienes no la conocen aún, aquí les va: Azucala Latinviking Cuba -absténgase de leer sin ver el video antes.



El primero de su serie de cortos me llegó a través de la página en facebook de un reconocidísimo poeta y dramaturgo cubano. Decía aquel: "a ella sí que nadie va a echarle a perder el domingo con nostalgias de exilio". Más tarde, comencé a ver los videos repetidos en las páginas de la mayor parte de mis amigos poetas, académicos de alto rango, egresados de la Escuela de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y hasta en la de colegas de las islas vecinas; pensadores de calibre. La mayoría reía, celebraba esta aparición reivindicativa de los cubano allá en tierras vikingas (Farsund, Noruega para ser exactos) y en su totalidad la tenían como 'contacto' en el face. Interesante -me dije- y me reí y me la pedí de contacto yo también -no fuera a estar fuera de onda o poniéndome vieja y conservadora.

Luego me atreví (con auténtico pavor) a enseñársela a Maya. La reacción fue la esperada: furia absoluta. Cómo podía ser posible que esta fuera la imagen de Cuba que tuvieran los noruegos? Bajo qué premisas esta chica se adjudicaba este título de ser la embajadora de una cultura que a derechas no conoce? Ya me metí en un lío, pensé. Ya no podré dejar de pensar en el asunto. Y así meses.

Azucala Latinviking Cubana tiene 3882 seguidores en el facebook -nada al lado de los billones de Lady Gaga; pero muchos si pensamos en que no llegamos a 3 millones de cubanos los que accedemos a internet. Si compensamos los cientos de ancianos exiliados que no se conectan con los cientos de personas no cubanas suscritas a Azucala, el número sigue siendo representativo. Maya, por su parte, sólo piensa en los vecinos noruegos a los que Azucala insiste en despertar en cada una de sus entregas de videoasta por cuenta propia.

En este próximo video, la vemos tomar las calles de Farsund, en un intento más de llevar lo que considera nuestras tradiciones hasta los naturales del país que habita:



Y eso está muy bien. Lo mismo hizo en su momento  Desi Arnaz (Ricky Ricardo) cuando permitió que en el programa que compartía con Lucille Ball se representara lo cubano con sombreros mejicanos y mariachis o cuando en muchos restaurantes de Estados Unidos te ponen arroz amarillo con habichuelas negras porque así se comen en la mayor de las Antillas.

Que Azucala insista en despertar al barrio en todos y cada uno de sus videos, que hable imaginariamente con vecinos a los que ordena irse si no les gusta su ruido en casa, que intente patentar su desenfreno como una marca ineludible de lo cubano y que andemos todos muertos de la risa quizá, sólo quizá, debería ser material de análisis. No por el gesto en sí, sino por su proyección, por el impacto real de ese nuevo imaginario y por la revisión de un pasado que ha parido este futuro y por un presente  que desorienta a varios. 

La pregunta que traigo sería la de qué entienden las últimas cuatro generaciones nacidas y criadas en la isla por "cubanidad" y asimismo qué entiende el exilio histórico bajo esta misma etiqueta imaginaria. A riesgo de extenderme demasiado, quiero traer a la mesa cuatro anécdotas que se inter-conectan y que quizá puedan arrojar algún sentido sobre esta capilaridad del nuevo sujeto nacional y transnacional cubano y aquellos performances que en Azucala encuentran síntesis y transmisión. 

Uno: Un par de años atrás alguien colgó el video de una beba de no más de dos años que se movía obscena mientras bailaba ante la celebración y el orgullo de toda su familia. La instaban a bajar hasta el piso meneando su cinturita y pelvis de un modo que solo pudiera recordar el acto sexual. Entonces comenté que por ahí pasaba la degradación de valores de esa nueva Cuba, que inserta sin dudas en lo global, reforzaba lo sexual como único modo de emancipación y libertad. Incluso si se trataba de una bebé, la familia, absorta en la nada, lo vindicaría. Un amigo, especialista en arte y estudios de género, me llamó hipócrita y me dijo que por el baile había pasado históricamente la fruición de lo cubano, lo más sublime de nuestro espíritu, lo mejor de nuestra excepcionalidad. Azucala explota sin dudas este sello histórico de autenticidad.

Dos: Cuando mi madre me visitó en el 2010, proveniente de Cuba (donde aún reside y residirá) no fue posible que se concentrara en una película, programa de televisión, paseo por la ciudad de Nueva York, cena con amigos o video sustancioso en la internet. Sólo quería hablar, hablar, hablar por horas, como si hubiera estado años y años en voto de silencio y hubiera descubierto el truco de Sherezada, ese hablar para vivir; ese aferrarse a su propia palabra para recordarse la validez de su existencia. Desesperada, por la imposibilidad de leer, escribir o simplemente mandar un email, le hablé a una amiga poeta del asunto y me dijo que era todo culpa de la revolución, que los había enloquecido a todos, que su hermana cuando venía de visita a USA, hacía lo mismo. Notemos, pues, la incontinencia verbal que nuestra Azucala padece. En su caso se acompaña del canto; pero en cada uno de sus videos parecería estar espantando al demonio del silencio.

Tres: Un colega investigador de alto rango, afirma sostenidamente que la homofobia en Cuba no tiene nada que ver con la Revolución y sus dirigentes, que es un tema cultural y ahistórico que encuentra referentes desde la colonia misma. Me pregunto a la vez (ya que converjo con él) hasta dónde podemos reclamar ese argumento a favor de quienes han insistido con uñas y dientes en desconectar el nivel diacrónico de la historia cubana, para reforzar sólo sus hazañas post-59? Es decir, cómo vamos a saber de la homofobia histórica si la revolución ha sido sólo una desde 1868, si los valores que trasmite (o sea, homofobia, cárcel, silenciamiento y represión) son los mismos de    Carlos Manuel de Céspedes a Raúl? O más claramente aún: cómo puede saber Azucala que hay una cubanidad que no se reconoce en el ruido, la invasión del espacio privado del otro, la imposición forzada de unos modos de ser y expresar que los vikingos no tendrían que admitir como interesantes?

Cuatro (que se relaciona con la dos): Ayer, pregunté esto a mi compañera de la Escuela de Letras, Miriela Rodríguez, a propósito de la última entrega de Azucala:

yo: Miriela, tú que eres una mujer tan brillante, me puedes explicar este fenómeno teóricamente? choteo? parábola? vernáculo? estetización del solar? sublimación extremada de la cubanidad? Por favor, te necesito. 

Miriela (a otro amigo)Esto es el delirio asere...el experimento social que es Cuba ha dado esto... normal... Delirante asere... 50 años de fundidera Fidel Castro...Aquello es un psiquiátrico a cielo abierto. Si Dante fuera un contemporáneo pondría a esta negra a la entrada del infierno a dar la bienvenida a los condenados.... Este video lo ha puesto en la red el G2…a mí no me jode nadie..."abandonen toda esperanza... esto no tiene arreglo"

Y así nos va... buena suerte a Azucala, Latinviking y a nosotros, perdidos y disueltos entre referentes opuestos, a la deriva en fin, a la deriva siempre...