Thursday, July 16, 2015

Placenta Colectiva, Ediciones Torremozas, Colección "La Noctámbula", Madrid, 2015, es la última entrega de la poeta cubana Lleny Díaz (Placetas, 1975). 

Hurgar entre estos versos es acercarse a un espejo que casi provoca terror en tanto nos delata. Allí estamos. Es la experiencia global dicha esta vez en español. Es la fragmentación del ser puesta en verso y prosa alternados durante casi noventa páginas. Y justo desde la fragmentación una nueva estocada para despabilarnos y hacernos recordar que tiempo atrás posmodernos/herederos del existencialismo ya clamaban estos gestos para sí; ya los llamaban "rasgos distintivos". Es también y sobre todo síntesis de cuánto experimentamos los de esta raza semicyborg y que aún no habíamos encontrado el modo de expresar mejor. Ni siquiera haciendo click en ese like, ni escribiendo ese comentario allí en donde la hiperpágina lo demandaEs la semivida nuestra; esa de quienes en realidad no somos más que nómadas acéfalos al margen de la historia y la política. La de quienes ya no fuimos capaces de hacernos cuerpo imaginado más allá del cristal de los ordenadores. Cuerpo imaginado mas nunca presente. Imaginado; pero jamás  comprometido.

Díaz viene a contarnos de la frivolidad del ciber espacio que apenas entendemos en lenguaje entrecortado, parabólico, cínico. Estremece entonces con su puesta sobre el tapete de algunos sentimientos olvidados por su omnipresencia: el miedo, la persecución, la asfixia. Porque la placenta colectiva es en realidad la masa epidérmica que encubre lo invisible, acaso y siempre, denostado.

Sus forcejeos con el lenguaje (del sermo cultus al sermo vulgaris); así como su clara intención de hacernos despertar de una suerte de letargo que ella misma intuye, pero no comprende, son las mejores herramientas con las que pone juntas poética y filosofía en este cuaderno. Artes que para algunos círculos de la cibernada parecerían irreconciliables. 

Alienta así mismo su distanciamiento de la noción Cuba. Esa enfermedad que nos persigue tanto a los huidos como a los resistentes de/en esa ínsula sola que no para de gritarnos, desesperada, antes de hundirse por fin en el mar Caribe. Lleny Díaz parece no reconocerla, no nombrarla para que no acontezca el  repetido hechizo narcisista que suele posicionarse al centro de casi toda la producción creativa de los allí nacidos. Cuba es presentimiento que busca sobrevivencia en los soplidos de Miles Davis; pero no lo consigue. Es rotura fundacional, memoria de otras islas que se repiten en cualquier punto de la esfera.

Armonías, asonancias, referencias cinematográficas, distanciamientos, obsesivos y punzantes zooms de cámara conforman pues el gran mosaico de citas que es Placenta colectiva. La metáfora inicial que se sugiere en el título, idea de los restos  despreciables luego de un parto anónimo y repetido; se integra perfectamente a la orquestación mayúscula que el libro propone. Más que oxímoron (resto devenido completitud sinfónica) hay aquí la propuesta de un camino. La exposición de una solución que escasamente acontece. Habrá que salir del resto amorfo y comenzar a juntar las partes y aprehenderlas con voracidad para llegar a reinventarnos. Habrá que despertarse para encontrar al fin la voz ancestral de la poesía. Y habrá que nombrar a Lleny Díaz como cicerone entre la maleza.